Actualizado el lunes, 12 septiembre, 2022
Ver una comparativa de “el antes y el después” de una reforma integral es impactante. Los espacios cambian por completo y la luz se triplica. Pero aún es más sorprendente cuando “el antes” es un bar donde se servían centenares de bravas cada día y “el después” es una vivienda para una pareja joven.
Hoy os traemos un ejemplo de una reforma integral en la cual se implantó un proyecto de cambio de uso comercial a residencial. Antes de enyesar las paredes de nuevo, todavía se podía leer el menú del día escrito en tiza sobre la pared de pizarra.
Situado en el emblemático barrio de Sants-Montjuic, este inmueble consta de 50 m2, divididos en dos niveles: la planta baja se distribuye en un espacioso salón-comedor-cocina, con zona de lavado, y un baño completo; la planta altillo ha sido destinada a dormitorio.
La luz natural, la gran protagonista
Una de las partidas más importantes para este piso de doble altura fue la instalación de grandes ventanales con apertura motorizada y celosías con lamas regulables, que permitieran aprovechar al máximo la altura entre forjados de 5,20 m y la entrada de la luz de orientación sud-este, que baña por completo todas las estancias.
Para que os hagáis una idea, la mitad de las superficies verticales son acristaladas, por lo que la luz es la encargada de que el espacio tome una atmosfera totalmente distinta según el transcurso del día. En un piso siempre buscamos que la luz natural se cuele por todos los rincones, pero una entrada excesiva de luz puede ser también molesta, con lo que es importante introducir mecanismos para poder regularla según nuestras necesidades.
La cocina, abierta y como punto de reunión
Otro elemento distintivo de la vivienda es la columna que cruza ambos pisos de suelo a techo. En la planta inferior, la península de la cocina lo envuelve adaptando el porcelánico y la modulación de los cajones a este, para que quedase lo más integrado posible.
La cocina, que es la protagonista de la planta baja, invita a reunirse con amigos y familiares alrededor de la gran península, que cuenta con un generoso espacio para taburetes donde sentarse. Se optó por incorporar una campana de integración que forma parte de la placa de cocción, y que no necesita extracción al exterior, ideal para las características que nos presentaba esta vivienda.
Minimalista, pero con color
El cliente tenía unas referencias muy estudiadas de la estética que buscaba en el piso: unas líneas limpias y minimalistas, y con un cuidado especial al detalle. A la vez, no tenía miedo al uso del color para dar vida al espacio, y no quería quedarse con una base neutra, sino que quiso ir más allá y dar carácter a la vivienda.
Es por eso que se escogió un azul vibrante para la pared de la escalera, y este uso de colores vivos se trasladó también en algunas piezas de mobiliario y accesorios: los taburetes, el sofá, las sillas, las láminas, etc. Nos aporta una esencia fresca y juvenil.